jueves, 20 de octubre de 2011

Villa Madero durante la Decada Infame 1930-1943

El 6 de septiembre de 1930, el general retirado José Félix Uriburu derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen.

Este presidente de facto, que se mantuvo en el poder por más de un año, aparte de ser autor del primer golpe militar contra un gobierno democrático, introdujo algunas novedades en la política, como la aplicación de la pena de muerte por razones políticas, el secuestro y la tortura de los opositores.

Luego, fue Agustín P. Justo quien, con el apoyo de los militares y los conservadores, fue electo presidente.

De esta manera comenzó una etapa de la historia argentina caracterizada por la vuelta de los grupos oligárquicos al poder y el fraude electoral.

En realidad los golpistas sabían que convocar a elecciones podía ser peligroso, ya que los radicales podrían volver a ganar por las urnas lo que habían perdido por las armas. Por eso establecieron un sistema que parecía una democracia (con elecciones, congreso, etc.) pero que impidiera a los radicales volver al poder. Así fue como se organizó un sistema conocido como “Fraude Patriótico”.

Los grupos de poder pensaban que la mayoría del pueblo era demasiado ignorante para saber elegir, de modo que lo que convenía era que “se simulara votar”, mientras los que realmente decidían – a través del fraude – eran los que sí sabían lo que le hacia falta a la patria.

El hijo de Ramón Banga, caudillo conservador de la zona nos lo explicaba de la siguiente manera:

“Rescato dos cosas…. Como estoy convencido de que en esa época se hicieron las mejores obras, como el casino de Mar del Plata, el hospital de Haedo, etc. …. Y si todo eso se hizo gracias al supuesto fraude… bendito sea el fraude”[1]

“Aparte yo no entiendo.. si el fraude existió… ¿como los radicales lo permitieron?… yo siempre digo: hombre tonto y mujer fea… hay que matarlos cuando nacen”[2]

De esta manera los dueños del poder tenían un sistema de caudillos locales que controlaban la política local, y por ende las votaciones. Nos contaba Hugo Lambois:

“Había un señor que se llamaba Rovoira. Como él había muchos… paraban en lo que es el Club Los Muchachos. Se votaba ahí nomás, en la escuela que todavía esta (Nota del autor: Escuela Nro. 13).

Entonces le daban una libreta, votaba, y le daban una ginebra. Le daban otra libreta, votaba.. otra ginebra… y así hasta que al mediodía tenia una curda… pero ya estaba relevado por otro…. Votaba cualquiera”[3]

“Y acá eran de… ¡Dame la libreta!…. o… ¿me juntas libretas?.. entonces había una persona que se encargaba de juntar 10 libretas y se las daba al caudillo y el caudillo hacia votar a todos”[4]

En Tapiales el caudillo local fue Agustín De Elia (dueño de la chacra de Los Tapiales” e intendente del partido de la Matanza en dos ocasiones) y en Villa Madero fueron los hermanos Domingo y Ramón Banga.

La familia Banga poseía en Villa Madero una fábrica de sebo con un gran tacho para derretirlo que se ubicaba sobre la calle Paunero, entre Blanco Encalada y Rivera. El Sr. Ramón Banga llegó a ser concejal de Matanza, por lo que no solo eran una familia con gran poder económico, sino también político.

“Los conservadores se reunían en mi casa, en la casa de la familia Majan o en lo de Ignacio Fernández”.[5]

Los tiempos del 30 se enmarcaban en la lucha política muy ardua en donde el clientelismo y los grupos armados estaban a la orden del día.

En un acta de la Sociedad de Fomento de Villa Madero se puede leer la queja de los vecinos por la intensificación de robos en la zona, por lo que la sociedad viaja a la Plata pidiendo protección y hasta se habla de poner serenos pagos por los vecinos[6].

“Era lo que decía mi papá: eran épocas que había que morir o matar… y el opinaba que era mejor matar”[7]

Luego de reiterados pedidos, efectivos de la policía provincial se acercaron hasta la zona para intentar establecer el orden:

“Una vez por denuncias se aburrió la policía y trajeron a la montada. Un buen día a la mañana, los 3 caballos de la policía estaban atados al ombú y los policías estaban colgados del ombú, ahorcados”[8]

Como todo barrio, Madero posee su propia historia oral, impregnada de una áurea mítica, pero no por ello con derecho al menosprecio. Una de estas historias, muy creídas por los pobladores durante la década de 1930, contaba que la familia Banga utilizaba los tachos que poseían para derretir sebo, para arrojar allí a los “muertos” ocasionales de sus luchas políticas. No es extraño escuchar la exageración popular que declara:

“A los policías los tiraban dentro del tacho con caballo y todo!”[9]

Sin olvidar los numerosos testigos que aun hoy continúan asegurando que cuando limpiaban los tachos de sebo de la familia Banga, en sus fondos encontraban siempre los botones de metal de los trajes policíacos, único elemento que el calor no deshacía. Estas exageraciones, si bien no tienen sustento histórico y tampoco racional, sin embargo, logran mostrarnos un inconciente colectivo que logra retratar perfectamente cual era la situación de poder en esos tiempos y como el miedo servia para mantener dicho poder.

Entrevistado el Sr. Jorge Banga nos contaba:

“Es una fantasía… yo cuando me lo preguntan nunca estallo… me río”.[10]

“Que no le tenían ninguna simpatía a la policía era cierto… pero de ahí…(Sic)”[11]

Durante los años 30 se asfaltan las primeras calles del pueblo, y llega el colectivo.

En el Consejo Deliberante se trata la clausura del prostíbulo que existe en la calle Av. Gral. Paz y Crovara (Junto a la fabrica del Jabón Federal), y le conceden un permiso por un año (por más que existe una ordenanza que lo prohíbe). Se movilizan los vecinos hasta el consejo deliberante[12].

Meses después, fueron los concejales socialistas los que lograron la eliminación definitiva de éste negocio, y así sus instalaciones son compradas por la empresa Delbene Hnos. y Sabia, propietarios del Jabón Federal, la cual derrumba las instalaciones y anexa a su planta fabril el terreno que pertenecía al prostíbulo. Este, poseía una sala de asistencia sanitaria para las mujeres que alli trabajaban, que se ubicaba sobre la calle Blanco Encalada (poseer esta sala era parte de los requisitos para su habilitación)..

El 25 de diciembre de 1933 se funda el Club El Ciclón, el cual utilizaría las instalaciones en las que funcionaba el “Salón Sarmiento” en la esquina de Paunero y Mariquita Thompsom.

La biblioteca Popular ubicada en Talcahuano y Mariquita Thompsom (fundada y administrada por Socialistas) fue incendiada y cerrada por los caudillos[13].

Según Anuario Comercial Agrícola Ganadero[14] que editaba ferrocarriles, la nomina de comerciantes, industriales y profesionales de nuestra Villa, en 1935 era:

Almacenes: José Álvarez, Ricardo Banga (hijo), José C. Belarmino Vega, José Caminera, José Colombo, Fernández Hnos., Ignacio Fernández, Juan Lobisolo, Victorino Peña.

Carbonerías: Satulio Castilla, José Díaz, Juan Lobisolo.

Carnicerías: Esteban Bruzzone, Félix Brunetti, Juan Colombo, Ignacio Fernández, Minero y Albenque.

Depósito de Cerveza y Aguas Gaseosas: Ernesto Romanielo.

Fábrica de Jabón: Delbene.

Fábricas de Sebo: Viuda de Banga, Sociedad “Carniceros Unidos”, Alfredo Colombo, Juan Gorlero.

Farmacias: Luís Bologna, A. Scheinberg.

Hornos de Ladrillo: Rocattagliata y Cia.

Panaderías: Manuel Álvarez, Antonio Costa, Eugenio Domínguez, Santangelo, Matías Yañez, Ernesto Lecher.

El 11 de abril de 1937 se funda el club “Resplandor del Oeste” sobre la calle Cuzco, institución que con el tiempo seria recordada como el club “El Resplandor”.

El 1 de junio de1939, bajo ordenanza numero 542, el Consejo Deliberante aprueba el plano catastral confeccionado por el Ing. D. Numa Tapia, y ordena el cambio de chapas con la nomenclatura de las calles de la villa:

ANTES[15]

DESPUES

Alem

Cabildo

Arenales

Rivera

Arrecifes

Araoz

Bragado

Constituyentes

Bahia Blanca

Paunero

Buenos Aires

Pedro de Mendoza

Chivilcoy

General Pedernera

Cañuelas

Mariquita Thompsom

Dorrego

Álvarez

En 1942 se establece en la calle Blanco Encalada entre Paunero y General Pico la escuela numero 49, en el edificio que pertenecía a la sala de salud que atendía a las mujeres que trabajaban en el prostíbulo de la calles Campana y Circunvalación (hoy Crovara y Gral. Paz) y donde también funcionaron algunos grados de la escuela Nro. 9.



[1] Entrevista realizada por el autor a Jorge Banga, hijo de Ramón Banga, el 26 de octubre de 2003.

[2] Entrevista realizada por el autor a Jorge Banga, hijo de Ramón Banga, el 26 de octubre de 2003.

[3] Entrevista realizada por el autor a Hugo Lambois, el 8 de diciembre de 1998.

[4] Entrevista realizada por el autor a Trinidad Yañez 1998

[5] Entrevista realizada por el autor a Jorge Banga, hijo de Ramón Banga, el 26 de octubre de 2003.

[6] Libro de Actas de la Sociedad de Fomento de Villa Madero, 30 de marzo de 1932.

[7] Entrevista realizada por el autor a Jorge Banga.

[8] Entrevista realizada por el autor a Hugo Lambois, el 8 de diciembre de 1998.

[9] Esta frase fue repetida en numerosas entrevistas realizadas.

[10] Entrevista realizada por el autor a Jorge Banga, hijo de Ramón Banga, el 26 de octubre de 2003.

[11] Entrevista realizada por el autor a Jorge Banga, hijo de Ramón Banga, el 26 de octubre de 2003.

[12] Libro de Actas de la Sociedad de Fomento de Villa Madero, 23 de junio de 1932.

[13] Entrevista a Pedro Lambois, Revista Madero Shoping, Nov iembre 1989.

[14] AA, C.G.B.A Anuario Comercial Agrícola Ganadero, publicación oficial, 1935.

[15] En el siguiente cuadro se citan solo algunos ejemplos de los cambios de nomenclatura de la calles a modo informativo. (Extraído del expediente 92-C-1939 Ordenanza Nro. 542 del 1 de junio de 1939)

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